Valldemossa, una joya con mucha historia
Hoy recorremos uno de los pueblos con más encanto de Mallorca, Valldemossa. Ubicado en un verde valle dominado por almendros, encinas y olivos milenarios, este pueblo, cuyo origen lo encontramos en una antigua alquería musulmana, ha sabido conservar su esencia, pese a ser uno de los más visitados de la isla.
La carretera serpenteante que nos lleva desde Palma hasta Valldemossa ya nos va mostrando un espléndido paisaje durante todo el recorrido, preludio de lo que nos espera al llegar al pueblo, en el que nos recibe su famosa Cartuja, antiguo palacio del Rey Sancho, que data de 1309.
De visita obligada, la Cartuja es una auténtica joya, con mucha historia. Siendo originalmente el palacio que el rey Jaime II ordenó construir para su hijo Sancho, con la intención de que el clima de montaña aliviara el asma que padecía, más tarde, con la incorporación del Reino de Mallorca al Reino de Aragón, a finales del siglo XIV, el palacio quedó en desuso y fue cedido a los monjes, que lo adaptaron a sus necesidades y lo reconvirtieron en convento.
El edificio conserva los frescos pintados por Bayeu, el cuñado de Goya; los jardines y terrazas con una de las vistas más espectaculares al valle de Valldemossa; una antigua farmacia que todavía contiene ancestrales utensilios y medicinas, las estancias de la Celda Prioral (capilla, biblioteca, sala de audiencias, dormitorios…) y la famosa celda número 4, conocida como la Celda de Chopin, porque fue aquí donde el famoso compositor romántico pasó el invierno de 1838-1839 junto a George Sand, donde él compuso sus Preludios Op. 28, y ella escribió Un invierno en Mallorca.
Personajes ilustres
Posiblemente sea el de Chopin el nombre que más se asocia a la Cartuja, pero no fue ni mucho menos el único personaje ilustre que se alojó entre sus muros. Gaspar Melchor de Jovellanos, Rubén Darío, Jorge Luis Borges y Santiago Rusiñol, también pasaron por sus estancias.
Al salir de la Cartuja es obligado un paseo por los Jardines del Rey Juan Carlos I, con sus caminos rodeados de cipreses y los bustos de Chopin, Santiago Rusiñol, Rubén Darío o el archiduque Luís Salvador de Austria.
Valldemossa también tiene una santa, Santa Catalina Thomás, nacida en 1531 y cuya casa, ubicada en la calle Rectoría, convertida actualmente en una pequeña capilla, puede visitarse. La Beateta, como es conocida la santa, es una figura muy venerada no sólo en la localidad que la vio nacer, sino en toda Mallorca. El 28 de julio Valldemossa homenajea a su patrona con el peculiar desfile del Carro Triunfal. Se trata de un recorrido por sus calles en el que la “Beateta” y su séquito de angelitos desfilan junto a carros engalanados con cintas de colores.
Otro lugar de interés en Valldemossa es la iglesia de Sant Bartomeu, cuya construcción se remonta al siglo XIII. Con el paso de los siglos, el templo ha ido sufriendo cambios, siendo el más destacado la construcción del campanario neogótico a principios del siglo XX.
No cabe duda de que Valldemossa reúne muchos atractivos para ser considerado uno de los pueblos más bonitos de Mallorca, pero todavía nos queda uno más, sus calles. Pasear por sus calles empedradas y repletas de macetas con coloridas flores es una auténtica maravilla. Las que no pueden faltar en vuestro recorrido son el carrer de la Rosa, donde es obligatorio hacer una parada en su famosa pastelería Can Molinas para degustar una típica coca de patata, el carrer Rei Sanxo y el Passaget de la Amargura.
Valldemossa siempre merece una visita.